Salmo 1

El enfoque del salmo es la persona «bienaventurada«, o sea, una persona que goza de la mejor condición de vida personal.

Primero que nada, se trata del buen estado espiritual y los resultados de llevar una vida bien con Dios. Hay muchas otras bendiciones que resultan de una buena relación con Dios: las relaciones agradables con otros, la prosperidad que acompaña el trabajo honrado, la buena salud por llevar una vida moderada, la conciencia tranquila por hacer el bien. Es la Palabra de Dios que guía a una persona a vivir así.

La persona bienaventurada evita relaciónes estrechas con los que no agradan a Dios. Hay tres acciones (anda, se detiene, se sienta) y tres clases de personas (malvado, pecador, blasfemo) que evitar.

que no anda en compañía de malvados, (su corazón)
ni se detiene a hablar con pecadores, (sus actos)
ni se sienta a conversar con blasfemos (su boca)

De manera positiva, a la persona bienaventurada le agrada (su corazón) la Ley de Jehová y medita (su mente) en lo que Dios ha dicho. Hay una orientación de corazón y una actividad, un hábito, un patrón de vida. El patrón de vida es pensar con cuidado, con calma, repetídamente sobre la Ley de Dios.

El resultado de pensar con cuidado y poner en práctica lo que la Ley de Dios enseña es

la estabilidad,
Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos:

ser productivo,
llegado el momento da su fruto, y sus hojas no se marchitan.

la prosperidad
¡En todo lo que hace, prospera.

Los que no enuentra gusto en lo que la Biblia dice, ni meditan en lo que enseña, son más bien

inestables
Con los malvados no pasa lo mismo; ¡son como el tamo que se lleva el viento!

apartados de Dios y de Su pueblo
5 Por eso los malvados y pecadores no tienen arte ni parte en el juicio ni en las reuniones de los justos.

Cuando uno satura sus pensamientos, sus emociones y sus decisiones con las verdades de Dios y así conduce su vida de acuerdo con la voluntad de Dios, Dios cuida el camino de los que le aman y le honran.  El Señor conoce el camino de los justos,

Los que no honran a Dios ni siguen sus caminos llegarán a un final muy triste. pero la senda de los malos termina mal.